Capítulo
15
EL
INSTANTE SANTO
I. Los dos usos del tiempo
1 ¿Puedes imaginarte lo que sería no tener
inquietudes, preocupaciones o ansiedades de ninguna clase, sino simplemente
gozar de perfecta calma y sosiego todo el tiempo? Este es, no obstante, el propósito del
tiempo: aprender justamente eso y nada más.
II. El final de las dudas
6 Empieza ahora a desempeñar el pequeño papel
que te corresponde en el proceso de aislar el instante santo. Recibirás instrucciones muy precisas a medida
que sigas adelante. Aprender a aislar
este segundo y a experimentarlo como algo eterno, es empezar a experimentarte a
ti mismo como que no estás separado.
No tengas miedo de que no te vaya a ayudar en eso… Es solo tu debilidad
lo que se desprenderá de ti cuando comiences a practicar esto, pues al hacerlo
experimentarás el poder de Dios en ti.
IV. La práctica del instante santo
1 El instante santo es este mismo instante y
cada instante. El que deseas que sea
santo lo es. El que no deseas que lo
sea, lo desperdicias. En tus manos está
decidir que instante ha de ser santo.
6 El instante santo es el reconocimiento de
que todas las mentes están en comunicación.
Por lo tanto tu mente no trata de cambiar nada, sino simplemente de
aceptarlo todo.
V. El instante santo y las relaciones especiales
1 El instante santo es el recurso de
aprendizaje más útil de que dispone el Espíritu Santo para enseñarte el
significado del amor. Pues su propósito es la suspensión total de todo
juicio. Los juicios se basan siempre en
el pasado, pues tus experiencias pasadas constituyen su base. Es imposible juzgar sin el pasado, pues sin
él no entiendes nada. Por lo tanto, no
intentarías juzgar porque te resultaría obvio que no entiendes el significado
de nada. Esto te da miedo porque crees
que sin el ego, todo sería caótico. Más
yo te aseguro que sin el ego, todo sería amor.
2 Hemos dicho que limitar el amor a una parte
de la Filiación produce culpabilidad en tus relaciones, y, por lo tanto, hace
que estas sean irreales. Si intentas
aislar ciertos aspectos de la realidad, con vistas a satisfacer tus imaginadas
necesidades, estarás intentando valerte de la separación para salvarte… ¿Cómo
puedes pensar que ciertos aspectos especiales de la Filiación pueden ofrecerte
más que otros? El pasado te ha enseñado
esto. Más el instante santo te enseña que esto no es así.
5 El Espíritu Santo sabe que nadie es
especial. Más él percibe también que has entablado relaciones especiales, que
El desea purificar y no dejar que destruyas.
Por muy profana que sea la razón por la que las entablaste, Él puede
transformarlas en santidad, al eliminar de ellas tanto miedo como le permitas…
No temas, por lo tanto, abandonar tus imaginadas necesidades, las cuales no
harían sino destruir la relación.
8 En el instante santo nadie es especial, pues
no le impones a nadie tus necesidades personales para hacer que tus hermanos
parezcan diferentes.
VII. El sacrificio necesario
2 El ego entabla relaciones con el solo
propósito de obtener algo. Y mantiene al dador aferrado a él mediante la
culpabilidad… Pues el ego cree realmente que puede obtener algo haciendo que otros se sientan culpables…
Pues el ego siempre parece atraer mediante el amor y no ejerce atracción alguna
sobre aquellos que perciben que atrae mediante la culpabilidad.
VIII. La única relación real
1 Perdonando completamente, es decir,
reconociendo que no hay nada que necesite ser perdonado, quedas completamente
absuelto.
X. La hora del renacer
4 Pues aunque el ego se manifiesta de muchas
formas, es siempre la expresión de una misma idea: Lo que no es amor es siempre
miedo, y nada más que miedo.
5 Tu confusión entre lo que es el sacrificio y
lo que es el amor es tan aguda que te resulta imposible concebir el amor sin
sacrificio. Y de lo que debes darte
cuenta es de lo siguiente: el sacrificio no es amor sino ataque. Solo con que
aceptes esta idea, tu miedo al amor desaparece.
Una vez que se ha eliminado la idea del sacrificio, ya no podrá seguir
habiendo culpabilidad.
X. La hora del renacer
4 Tú que crees que el sacrificio es amor debes
aprender que el sacrificio no hace sino alejarnos del amor. Pues el sacrificio conlleva culpabilidad tan
inevitablemente como el amor brinda paz.
La culpabilidad es la condición que da lugar al sacrificio.
Capítulo
16
EL
PERDÓN DE LAS ILUSIONES
I. La verdadera empatía
1 Sentir empatía no significa que debas unirte
al sufrimiento, pues el sufrimiento es precisamente lo que debes negarte a
comprender. Unirte al sufrimiento de
otro es la interpretación que el ego hace de la empatía, de la cual siempre se
vale para entablar relaciones especiales en las que el sufrimiento se comparte.
2 Solo con que te sentases calmadamente y
permitieses que el Espíritu Santo se relacionase a través de ti, sentirías
empatía por la fortaleza, y, de este modo tu fortaleza aumentaría y no tu
debilidad.
II. El poder de la santidad
3 El reconocimiento de que la parte es igual
al todo de que el todo está en cada
parte es perfectamente natural, pues así es como Dios piensa y lo que es natural
para Él es natural para ti.
IV. Las ilusiones y la realidad del amor
6 Tu tarea no es ir en busca del amor, sino
simplemente buscar y encontrar todas las barreras dentro de ti que has
levantado contra él. No es necesario que
busques lo que es verdad, pero si es necesario que busques todo lo que es
falso. Toda ilusión es una ilusión de miedo, sea cual fuere la forma en que se
manifieste… Si buscas amor fuera de ti, puedes estar seguro de que estas
percibiendo odio dentro de ti y de que ello te da miedo. Pero la paz nunca
procederá de la ilusión de amor sino solo de la realidad de este.
Capítulo
17
EL
PERDÓN Y LA RELACIÓN SANTA
I. Como llevar las fantasías ante la realidad
6 No olvides lo siguiente: cuando te alteras y
pierdes la paz porque otro está tratando de resolver sus problemas valiéndose
de fantasías, estás negándote a perdonarte a ti mismo por haber hecho
exactamente lo mismo… Al perdonarlo, restituyes a la verdad lo que ambos
habíais negado. Y verás el perdón allí donde lo hayas otorgado.
II. El mundo perdonado
5 El mundo real se alcanza simplemente
mediante el completo perdón del viejo mundo, aquel que contemplas sin perdonar.
IV. Los dos cuadros
1 Dios estableció Su relación contigo para
hacerte feliz, y ninguna otra cosa que hagas que no comparta Su propósito puede
ser real.
2 He dicho reiteradamente que el Espíritu
Santo no quiere privarte de las relaciones especiales, sino transformarlas.
6 No tendrás mucha dificultad ahora en darte
cuenta de que el sistema de pensamiento que la relación especial protege no es
más que un sistema ilusorio.
VII. La invocación a la fe
2 No hay ningún problema que la fe no pueda
resolver
9 A menos que la fe que tienes en tu hermano
te acompañe en toda situación, serás infiel a tu propia relación.
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