jueves

Capítulos 28 y 29


Capítulo 28

EL DES-HACIMIENTO DEL MIEDO

I.  El recuerdo del presente
1   El milagro no hace nada. Lo único que hace es deshacer.  Y de ese modo, cancela la interferencia a lo que se ha hecho. No añade nada, sino que simplemente elimina.
6   Utilizas el tiempo de manera extraña, como si el pasado hubiese causado el presente y este no fuese más que una consecuencia en la que no se puede hacer cambio alguno, toda vez que su causa ha desaparecido…  Es imposible poder cambiar nada en el presente si su causa se encuentra en el pasado.
7   Alégrate de que su causa haya desaparecido, pues de ello es lo que se te perdona.  Y contempla, en cambio, los nuevos efectos de una causa que se acepta ahora y cuyas consecuencias se encuentran aquí.  Su hermosura te sorprenderá
9   Lo que recuerdas nunca sucedió, pues procedió de una ausencia de causa, que tú pensaste que era una causa. Cuando te des cuenta que has estado recordando consecuencias que carecen de causa y de que, por lo tanto, jamás pudieron haber tenido efecto, no podrás por menos que reírte.
11   El milagro llega silenciosamente a la mente que se detiene por un instante y se sumerge en la quietud.
13   Ya no hay pasado, que con su imagen tenebrosa impida el feliz despertar de la mente a la paz del presente. 
14   Él no ha hecho nada.  Y al reconocer esto, se da cuenta que nunca ha tenido necesidad de hacer nada, y de que nunca la tuvo.

II.  La inversión de efecto y causa
7    El milagro establece que has tenido un sueño y que su contenido no es real.  Este es un paso crucial a la hora de lidiar con ilusiones.  Nadie tiene miedo de ellas cuando se da cuenta de que fue él mismo quien las inventó. Lo que mantenía vivo al miedo era que él no veía que él mismo era el autor del sueño y no una de sus figuras.  Él se causa a si mismo lo que sueña que le causó a su hermano.
12   El cuerpo se libera porque la mente reconoce lo siguiente: “Nadie me está haciendo esto a mí, sino que soy yo quien me lo estoy haciendo a mi mismo”

III.  El acuerdo de unirse
3      El milagro no hace nada precisamente porque las mentes están unidas y no se pueden separar.  En el sueño, no obstante, esto se ha invertido, y las mentes separadas se ven como cuerpos, los cuales están separados y no pueden unirse.  No permitas que tu hermano esté enfermo, pues si lo está, eso quiere decir que lo dejaste a merced de su propio sueño al compartirlo con él.
4   El final del sueño es el fin del miedo, pues el amor nunca formo parte del mundo de los sueños.
5   La causa del dolor es la separación no el cuerpo, el cual es solo su efecto.
6   Dios tiende el puente, pero solo en el espacio que el milagro ha dejado libre y despejado.

IV.   La unión mayor
2   Hay un modo de encontrar la certeza aquí y ahora.  Niégate a ser parte de ningún sueño de miedo, sea cual sea su forma, pues si lo haces perderás tu identidad en ellos.
3   Al igual que tú, tu hermano cree que él es un sueño,  No compartas con él la ilusión acerca de sí mismo, pues tu identidad depende de su realidad.
8   Si tú no compartes con tu hermano su sueño de maldad, esta es la imagen con la que el milagro llenará la diminuta brecha, la cual quedará así libre de todas las semillas de enfermedad y de pecado.
10   No te unas a los sueños de tu hermano, sino a él, y ahí donde te unes a Su Hijo, ahí está el Padre.

V.   La alternativa a los sueños del miedo
2   Lo que le confiere realidad a los perniciosos sueños de odio, maldad, rencor, muerte, pecado, sufrimiento, dolor y pérdida es el hecho de compartirlos.
3   Si perdonas al soñador, y percibes que él no es el sueño que el mismo tejió, no estas compartiendo con él su nefasto sueño.  Por lo tanto, él no puede ser parte del tuyo, del cual ambos os liberáis.  El perdón separa al soñador del sueño nefasto y así lo libera.    (*)

VI.   Los votos secretos
1   El que castiga al cuerpo está loco.
2   El cuerpo se comporta como tú deseas que lo haga, pero nunca toma decisiones.

V.   El arca de seguridad
3   Más ¿quién puede edificar su hogar sobre pajas y esperar que le proteja del viento?  Este es el tipo de hogar que se puede hacer del cuerpo porque no está cimentado en la verdad.  Sin embargo, por esa misma razón puede verse que no es tu hogar, sino simplemente un medio para ayudare a llegar al Hogar donde Dios mora.
6   ¿Qué sentido  tiene buscar refugio en lo que se construyó precisamente para fomentar el peligro y el miedo?
7   El arca de seguridad descansa sobre la promesa que Dios le hizo a Su Hijo de que él siempre estaría a salvo en Él…   Desde aquí se puede ver al cuerpo como lo que es, sin atribuirle más o menos valor del que tiene como medio para liberar al Hijo de Dios a fin de que pueda regresar a su hogar.


Capítulo 29

EL DESPERTAR

I.  La clausura de la brecha
1   No hay tiempo, lugar ni estado del que Dios esté ausente.  No hay nada que temer.

II.   La llegada del invitado
1   Mientras no te des cuenta de que no renuncias a nada y de que es imposible perder, habrá veces que te arrepentirás de haber elegido este camino.
3   El dolor y el pecado son la misma ilusión, tal como el odio y el miedo, y el ataque y la culpabilidad.

III.   Los testigos de Dios
3   Tú no puedes despertarte a ti mismo.  No obstante, puedes permitir que se te despierte.  Puedes pasar por alto los sueños de tu hermano.  Puedes perdonarle sus ilusiones tan perfectamente, que él se convierte en el que te salva de tus sueños…  A todo aquel que perdonas se le concede el poder de perdonarte a ti tus ilusiones.  Mediante tu regalo de libertad te liberas tú.
4   Hazte a un lado y deja pasar a amor, el cual tú no creaste, pero sí puedes extender. En la tierra esto quiere decir perdonar a tu hermano, para que las tinieblas desaparezcan de tu mente.

IV.   Los diferentes papeles del sueño
1   No puedes quedarte con algunos sueños y despertar de otros, pues o bien estas dormido o bien despierto.
2   Los sueños que te parecen gratos te retrasarán tanto como aquellos en los que el miedo es evidente.  Pues todos los sueños son sueños de miedo no importa en qué forma parezcan manifestarse. El miedo nunca está ausente del sueño, pues el miedo es el elemento básico de todos los sueños.
5   ¡Cuan felices serían tus sueños si no le adjudicases a cada una de las figuras que aparecen en ellos el papel que “debe” representar!

VII.   No busques fuera de ti mismo
1   Alégrate de que se te diga dónde reside la felicidad, y no la sigas buscando por más tiempo en otro lugar, pues buscas en vano. Más se te ha concedido conocer la verdad y saber que no la debes buscar fuera de ti mismo.
8   Tú elijes los sueños que tienes, pues son la representación de tus deseos, aunque se perciben como si vinieran de afuera.  Tus ídolos hacen lo que tú quieres, y tienen el poder que les adjudicas.  Y los persigues  fútilmente en el sueño porque deseas adueñarte de su poder.

IX.   El sueño del perdón
2   ¿Cómo puede despertar el Hijo de Dios de ese sueño?   Es un sueño de juicios.  Para despertar, por lo tanto, tiene que dejar de juzgar.
3   Todo juicio es una injusticia contra el Hijo de Dios… En el sueño de juicios tú atacas y te condenas a ti mismo.


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