Capítulo
23
LA
GUERRA CONTRA TI MISMO
Introducción
1 ¿No te das cuenta de que lo opuesto a la
flaqueza y a la debilidad es la impecabilidad (carente de pecado)? La inocencia (sin culpa) es fuerza, y nada
más lo es.
6 No hay nada a tu alrededor que no forme
parte de ti. Contémplalo amorosamente y ve la luz del Cielo en ello. Pues así
es como llegarás a comprender todo que se te ha dado.
I. Las creencias irreconciliables
1 Si no se atribuyese valor a la creencia en
la victoria, la guerra sería imposible.
8 ¿Por qué llenar tu mundo de conflictos
contigo mismo?
IV. Por encima del campo de batalla
1 Lo que no es amoroso no puede sino ser un
ataque.
Capítulo
24
EL
DESEO DE SER ESPECIAL
I. El deseo de ser especial: el substituto del
amor
1 El amor es extensión. Negarte a dar un
regalo (por insignificante que sea) es no reconocer el propósito del amor… Si
retienes una sola creencia, una sola ofrenda, el amor desaparece, pues has
pedido que un substituto ocupe su lugar.
3 La única creencia que se mantiene
celosamente oculta y que se defiende aunque no se reconoce, es la fe en ser
especial… Solo los que se creen
especiales pueden tener enemigos, pues creen ser diferentes y no iguales. Y
cualquier clase de diferencia impone diferentes órdenes de realidad y una
ineludible necesidad de juzgar.
4 Pues ser especial no solo separa, sino que
también sirve como base desde la que el ataque contra los que parecen ser
“inferiores”, es “natural” y “justo”
5 El deseo de ser especial es el gran dictador
de las decisiones erróneas… Ser especial es una postura que requiere defensa…
Hay que atacar a aquel que es “peor” que tú, de forma que tu especialismo pueda
perpetuarse a costa de su derrota.
II. La perfidia de creerse especial
1 Hacer comparaciones es necesariamente un
mecanismo del ego, pues el amor nunca las hace. Creerse especial siempre
conlleva hacer comparaciones.
4 Tú no eres especial, si crees que lo eres y
quieres defender tu especialismo en contra de la verdad de lo que realmente
eres ¿Cómo vas a poder conocer la verdad?
III. Como perdonar el deseo de ser especial
1 El perdón pone fin al deseo de ser
especial, Lo único que se puede perdonar
son las ilusiones, que entonces desaparecen.
3 Pero ser especial no es lo que es verdad
acerca de ti. Pues cualquier cosa puede
hacerte perder el equilibrio. Lo que
descansa sobre lo que no es nada jamás podrá ser estable.
4 Tu deseo de ser especial es lo que se ve
atacado por todo lo que camina o respira, se arrastra o desliza, o simplemente
vive.
III. Ser especial en contraposición a ser
impecable
3 Solo puedes hacerte daño a ti mismo. Hemos
repetido esto con frecuencia, pero todavía resulta difícil de entender. A las mentes empeñadas en ser especiales les
resulta imposible entenderlo. Pero a las
que desean curar y no atacar les resulta muy obvio… Pues los milagros no son
sino el resultado de cambiar del propósito de herir al de sanar.
5 Cuando no estás completamente en paz, o
cuando experimentas cualquier clase de dolor, es que has percibido un pecado en
tu hermano y te has regocijado por lo que creíste ver en él. Tu sensación de ser especial pareció estar a
salvo a causa de ello.
V. El Cristo en ti
1 El poder de un deseo apoya a las ilusiones
tan fuertemente como el amor se extiende a sí mismo. Excepto que uno de ellos engaña y el otro
sana.
9 Antes
de que pueda haber conflicto tiene que haber duda. Y toda duda tiene que ser acerca de ti
mismo. Cristo no tiene ninguna duda y Su
serenidad procede de Su certeza.
VII. El punto de encuentro
5 No permitas que tus absurdas fantasías te
atemoricen. Lo que es inmortal no puede
ser atacado y lo que es temporal no tiene efectos.
6 La prueba a la que puedes someter rodas las
cosas en esta tierra es simplemente esta: ¿“Para que es”? La contestación a esta pregunta es lo que le
confiere el significado que ello tiene para ti.
De por sí, no tiene ninguno, sin embargo, tú le puedes otorgar realidad,
según el propósito al que sirvas.
Capítulo
25
LA
JUSTICIA DE DIOS
Introducción
1 El Cristo en ti no habita en un cuerpo. Sin embargo está en ti. De ello se deduce, por lo tanto, que no estás
dentro de un cuerpo.
3 El cuerpo no tiene necesidad de
curación. Pero la mente que cree ser un
cuerpo, ciertamente está enferma.
I El vínculo con la verdad
2 Y no puedes sino ver a tu hermano como te ves
a ti mismo. Enmarcado en su cuerpo verás su pecaminosidad en la que tú te hayas
condenado.
Lo que es lo mismo no puede ser
diferente, lo que es uno no puede tener partes separadas.
II
El que te salva de las tinieblas
1 Lo único de valor que el pasado te puede
ofrecer es que aprendas que jamás te dio ninguna recompensa que quisieses
conservar. Pues solo así estarás
dispuesto a renunciar a él y a que desaparezca para siempre.
4 No confundas la forma con el contenido, pues
la forma no es más que un medio para el contenido. Y el marco no es sino un medio para sostener
el cuadro de manera que éste se pueda ver… Sin el cuadro, el marco no tiene
sentido pues el prepósito de éste es
realzar el cuadro no a si mismo.
5 Más si ves a tu hermano como un cuerpo, eso
es lo que estás haciendo. La obra maestra que Dios ha situado dentro de este
marco es lo único que se puede ver.
III Percepción y elección
1 En la medida que atribuyas valor a la
culpabilidad, en esa misma medida percibirás un mundo en el que el ataque está
justificado… Esto concuerda con la ley fundamental de la percepción: ves lo que
crees que está ahí, y crees que está ahí porque quieres que lo esté. La percepción no está regida por ninguna otra
ley que esta.
3 La percepción se basa en elegir, pero el
conocimiento no.
III El estado de impecabilidad
1 El deseo de impecabilidad es simplemente
esto: todo deseo de atacar ha desaparecido, de modo que no hay razón para
percibir al Hijo de Dios de ninguna otra forma excepto como es. La necesidad de que haya culpabilidad ha
desparecido porque ya no tiene propósito, y sin objetivo, el pecado no tiene
sentido.
4 Lo único que ves en cada hermano es el
reflejo de lo que elegiste que él fuese para ti.
VI Tu función especial
5 El perdón es la única función que tiene
sentido en el tiempo. Es el medio del que el Espíritu Santo se vale para
transformar el especialismo de modo que de pecado pase a ser salvación.
IX La justicia del Cielo.
4 Ver la inocencia hace que el castigo sea
imposible y la justicia inevitable.
5 El principio según el cual la justicia
significa que nadie puede perder es crucial para el objetivo de este curso. Pues los milagros dependen de la justicia.
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